Montag, 24. Juni 2024

Medicina familiar sistémica: La dinámica familiar como recurso en la rehabilitación de enfermedades catastróficas

 

Foto sacada de: https://medium.com/teor%C3%ADas-y-sistemas-psicoterap%C3%A9uticos-2018-1/el-modelo-sist%C3%A9mico-en-la-intervenci%C3%B3n-familiar-art%C3%ADculo-4624420d3543

Las enfermedades catastróficas (ej. Enfermedades terminales, enfermedades crónicas, problemas de salud mental, discapacidad) perjudican de sobremanera el concepto individual de vida del paciente y sus allegados. También representan un trago amargo para las interacciones en el nido familiar, debido a que los roles de cada uno de los miembros cambia radicalmente.

 

Los familiares del paciente, así como sus experiencias de vida y sus respectivos conceptos sobre la enfermedad repercuten de sobremanera en la conducta de rehabilitación del paciente y sus interacciones con los profesionales de la salud. Es por esto que la integración de la familia en el tratamiento de enfermedades somáticas es extremadamente importante para el entendimiento del contexto bio-psico-social de la enfermedad, y el tratamiento integral del paciente.

 

Un sinnúmero de análisis científicos demuestran que la efectividad de las intervenciones médicas son más notorias si se integra a los allegados y familiares en todos los procesos del tratamiento. Las estadías hospitalarias disminuyen y existen menos reagudizaciones. Sin embargo, en la práctica clínica, lamentablemente sólo se logra muy pocas veces por distintos motivos:

  •       Los familiares no quieren ser estigmatizados: ej. Los familiares prefieren que no se sepa mucho de la enfermedad por vergüenza o temor a que la persona sea estigmatizada. Sobretodo cuando se trata de niños, este es un temor muy entendible y común.
  •     Complejos modelos de tratamiento: ej. Tomarse el tiempo de integrar a la familia implica tener el presupuesto y la infrastructura en la clínica y no muchas veces se da el caso.
  •     Desgaste psicológico en el sistema de ayuda: ej. Muchos médicos no tienen tiempo ni reciben la formación necesaria para tratar la complejidad de sistemas familiares.
  •      Falta de conocimiento: ej. Tanto el paciente como los allegados no conocen que también pueden recurrir a terapeutas familiares en situación de enfermedades catastróficas, o simplemente ya están copados de citas médicas que no tienen más recursos. Además, es una tarea difícil juntar a bastantes miembros de una familia en una sesión.

 

El motivo de este artículo es abordar la terapia sistémica familiar en el campo de la medicina para crear conciencia de la importancia de las interacciones familiares y su rol en la rehabilitación médica de pacientes con enfermedades crónicas. Esta disciplina no es nueva y se llama Medicina Familiar Sistémica (MFS).

 

Integrando la terapia familiar sistémica en la medicina

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define a la familia como “grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas” y también incluye “conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje”. En términos clínicos, familia son las personas que el paciente define como importantes para su bienestar.

 

Además, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se refiere a la familia como el lugar más importante para fomentar la salud y el bienestar del individuo, ya que es “la organización social más accesible para llevar a la práctica las intervenciones preventivas y terapéuticas.” Es por esto que cuando la organización familiar se convierte en un recurso para un paciente con una enfermedad catastrófica, aprovechando las técnicas de la terapia familiar sistémica, se contribuye grandemente a su rehabilitación y sanación de una manera integral.

 

Cómo diferenciamos la “terapia sistémica familiar” de la “medicina familiar sistémica”?

Terapia Sistémica Familiar

Medicina Familiar Sistémica

Trabajo con familias que tienen un problema y no logran solucionarlo por sí solos

Trabajo con familias que están viviendo una enfermedad catastrófica que conlleva a mucho sufrimiento

En el centro de atención están las interacciones y relaciones familiares

En el centro de atención se encuentran la enfermedad y sus efectos en las interacciones familiares

El foco terapéutico es fomentar el cambio en los patrones interaccionales

El foco terapéutico es fomentar el apoyo y formar recursos para combatir la enfermedad

El trabajo terapéutico es ir “descubriendo” patrones, la familia define las metas a seguir

El trabajo terapéutico es más de soporte, la enfermedad define las metas a seguir

 

Cómo funciona la MFS: La importancia del contexto en el aquí y el ahora, pero también del pasado y futuro

El modus operandi del profesional de MFS es mobilizar el sistema de apoyo familiar para fomentar la salud y el bienestar del paciente por medio de la comunicación y la reorganización adaptiva del sistema familiar. Integrando el contexto actual del paciente y sus allegados con la perspectiva histórica familiar se incentiva a las interacciones familiares para que logren representar un recurso y fomenten su propia calidad de vida en tiempos de enfermedad.

 

Después de aclarar el objetivo a seguir en terapia con la familia, es necesario evaluar a fondo la situación actual del paciente, investigar qué concepto tienen sus allegados de su enfermedad, qué creencias dominan la narrativa. Qué conflictos o qué interacciones surgen a partir del diagnóstico, probablemente habrá cambios de rol en los allegados, además del evidente cambio de rol del paciente, etc. Es importante dar herramientas que ayuden tanto al paciente como a los familiares enfrentar este cambio de roles con resiliencia y sin interacciones conflictivas. Por ejemplo, es muy común que después del diagnóstico los familiares y el paciente entren en un estado “de negación”, de caos emocional, de disociación, de sentimientos de culpa, etc. También ocurre que se sobrestima las capacidades del paciente para mantener el status quo, lo cual dificulta el proceso de adaptación. Aunque la cohesión familiar en estos casos aumenta, la adaptación de la familia a la enfermedad suele estancarse.

 

También es de extrema importancia conocer en qué etapa de su vida se encuentra el paciente, ya que no es lo mismo tener un paciente de 25 anos que un paciente de 65. Hay que tomar en cuenta los procesos en el ciclo de vida y lo que implica un diagnóstico en relación a éstos, pues sólo así se puede entender a fondo el contexto del paciente enfermo. A partir de esta información, el clínico puede formular hipótesis individuales sobre la crisis que representa la enfermedad para la dinámica familiar. Por ejemplo, cuando se trata de un paciente bien joven, el proceso de independencia normal en esta etapa, puede verse interrumpido. Mientras tanto, el paciente joven y adolescente empieza a luchar con sentimientos de culpa con sus intentos de individuación, desarrolla ansiedad, depresión, entre otras cosas. En estos casos, se debe derivar a un psicólogo que maneje sesiones individuales con el paciente, aparte de las sesiones familiares.

 

Además del contexto actual, es necesario que el clínico especializado en MFS tome en cuenta el árbol genealógico y las enfermedades familiares previas. Esto se trabaja por medio de un genograma (Gráfico 1) con el fin de identificar recursos, impulsar conversaciones sobre las fortalezas familiares, y generar un conocimiento de crisis y experiencias pasadas. Este autoconocimiento familiar ayuda a entender la narrativa común sobre las enfermedades, la cual construye realidades en las interacciones familiares. El terapeuta no tiene como objetivo juzgar o cambiar algo de esta narrativa o de creencias en el sistema familiar, sino incentivar al diálogo para fomentar la reorganización del sistema. Como terapeuta siempre es importante mantenerse atento a los recursos y no temer a situaciones o relatos que produzcan incomodidad. 

 

Otra gran ventaja del genograma es que representa una gran ayuda en el manejo médico y en el campo de la medicina preventiva, ej. en caso de enfermedades hereditarias. Tambien se pueden detectar factores de riesgo medio ambientales para distintas enfermedades, así como también se pueden evidenciar dificultades y obstáculos de los familiares para la cooperación, ej. en caso de conflictos pasados, entre otras.

Ejemplo de el trabajo con el genograma:




Gráfico 1: representación gráfica de la información básica del árbol genealógico del paciente. Un vírculo representa una mujer, cuadrado un hombre, los años de nacimiento están marcados con * y los de fallecimiento con +

 

Durante el trabajo con el genograma el terapeuta puede formular las sgtes preguntas: Quién tuvo X enfermedad? De qué murió X familiar? Quién cuidó a la persona enferma? Cómo se manejó el tema de la muerte y enfermedad en la familia? Qué recursos de afrontamiento de crisis se puede notar en la familia?

 

Si quieres saber más sobre el genograma te recomendamos este artículo buenísimo, escrito por un médico familiar: 

http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-89582010000100010

 

Conociendo la resiliencia familiar en tiempos de enfermedad

El mejor recurso de un sistema familiar en una situación de enfermedad crónica es la comunicación abierta y colaborativa, la conciencia social, la generosidad y empatía entre sus miebros, así como el conocimiento de las experiencias positivas en crisis pasadas. Es importante para una familia conocer su historia para entender sus creencias en común. Esto es a veces un problema en las muchas familias, ya que estan acostumbradas muchas veces a tabuizar ciertos temas que no conocen o que que generan conflicto. No es costumbre en nuestra cultura hablar abiertamente de las enfermedades, y muchas familias tampoco saben cómo abordar la enfermedad de un pariente sin vergüenzas ni “metidas de pata”. Una enfermedad representa para muchos un tema muy incómodo para conversar ya que genera emociones que nos resulta difícil experimentar, sobretodo si se trata de una enfermedad terminal. Por eso es necesario integrar estos métodos terapéuticos en las familias, para que practiquen comunicar abiertamente sobre estos temas y fomentar la salud mental.

 

Otro recurso importante es una cohesión familiar sana y la disponibilidad para aceptar el cambio de rol dentro de la familia después de un diagnóstico. Para esto, es necesario que cada uno tenga la capacidad de dejar a un lado sus propios intereses para poder alcanzar metas familiares. También es un muy buen recurso organizar actividades en familia para fomentar la unión entre sus miembros y generar así una red social resistente al cambio.

En resumen, existen tres pilares importantes que mantienen la resiliencia en la familia en tiempos de enfermedad:

  •         Organización: Flexibilidad al cambio, sentido de unión, recursos materiales y sociales.
  • Comunicación: Conversaciones abiertas a lo emocional, y solución conjunta de problemas
  • Creencias comunes (narrativa): Capacidad de darle un sentido a las dificultades, ver el futuro de manera positiva, espiritualidad, religión, etc.

 

Así como existen estos recursos, también pueden existir factores de riesgo que enlistamos a continuación:

  •        Cuando no se habla de las crisis y los problemas
  • Cuando existen conflictos previos al diagnóstico
  • Mantenerse rígidos en los roles familiares
  • Cuando se invalida al enfermo y se lo sobreprotege
  • Cuando no se habla de las dificultades que se presentan para cada familiar con empatía
  • Cuando los allegados sienten cargo de conciencia de tener actividades placenteras mientras el paciente enfermo se queda en casa, y no se dan un tiempo para ellos mismos

 

Mediante la psicoeducación se puede informar a la familia sobre estos factores de riesgo para que cada uno de sus miembros pueda estar consciente de ellos y pueda reorganizarse en sus interacciones. Como ya habíamos mencionado, no se trata de cambiar o juzgar interacciones o intervenir en conflictos familiares, sino fomentar la capacidad de organización del sistema familiar mediante el incentivo al diálogo en las sesiones de terapia.

 

Si tienes un familiar enfermo y percibes conflictos en tu entorno familiar a causa de ello, no dudes en contactar un terapeuta familiar o un médico familiar. Hay que dar más valor a estos enfoques en la medicina y concientizar sobre el rol tan importante de los familiares y su salud mental para el tratamiento de una enfermedad crónica. Es muy común que sean los allegados los que más sufren en estas condiciones, incluso hasta más que los pacientes. El estrés de los allegados resulta contraproductivo para la calidad de vida de la familia y el paciente.

 

Si quieres leer más acerca de este tema o tienes alguna pregunta, puedes dejar tu comentario.

 

Aquí te dejamos algunos links interesantes sobre el tema:

https://psicologoscordoba.org/genogramas-que-son-y-para-que-sirven/

https://www.psicoactiva.com/blog/la-terapia-familiar-sistemica/

https://itadsistemica.com/terapia-familiar/8-conceptos-clave-terapia-familiar-sistemica/

https://acupunturaquito.wordpress.com/2018/05/24/que-es-la-medicina-familiar-sistemica/

https://de.slideshare.net/slideshow/enfoque-sistemico-de-la-medicina-familiarpptx/252952166

https://medium.com/teor%C3%ADas-y-sistemas-psicoterap%C3%A9uticos-2018-1/el-modelo-sist%C3%A9mico-en-la-intervenci%C3%B3n-familiar-art%C3%ADculo-4624420d3543

 

Buen día!

Dienstag, 8. Dezember 2020

Las emociones como motor de cambio en psicoterapia

 

Cuando hacía investigación científica estudiaba mucho los beneficios de saber regular las emociones. Estudié a fondo sobre cómo y por qué era importante saber tener las emociones “bajo control”. Sobretodo los mecanismos neurobiológicos de la corteza prefrontal, que representaban las funciones cognitivas, las funciones “racionales” que a su vez, amortigüaban la reacción del sistema límbico y ayudaban a que uno reaccionara más “adecuadamente” a un evento inesperado. 

Bajo esta descripción uno podría pensar que las funciones cognitivas son las mas sofisticadas en el sistema neuronal, superiores a cualquier otro proceso, sobretodo superiores a los procesos emocionales. Luego me encontré con un artículo sobre la anatomía de esta interacción (emociones vs. funciones cognitivas “superiores”) y me dí cuenta que probablemente sea al revés.

Ray y Zald, dos investigadores estadounidenses publicaron en el 2012 un estudio a detalle sobre la arquitectura y topografía de las conexiones entre el lóbulo frontal, área relacionada con las funciones cognitivas superiores, y el sistema límbico, responsable de nuestra experiencia emocional. Ellos analizaron las características estructurales y concluyeron que las áreas del sistema límbico no sólo reciben y procesan información de otras áreas, sino que tienen la capacidad de retroalimentar las áreas del sistema cognitivo, mientras que las áreas del sistema cognitivo solo cumplen con el rol de transportar información. Esto significaría que la naturaleza de la comunicación entre los sistemas emocionales y cognitivos en el cerebro es al revés. Las emociones dan feedback constante a nuestro razonamiento. A partir de su arquitectura celular los sistemas emocionales son incluso superiores en su accionar en comparación con las funciones cognitivas (Ray & Zald, 2012).

Si, las emociones también nos controlan.

Nos damos cuenta, por ejemplo, cuando queremos concentrarnos en el trabajo después de recibir una mala noticia, o habernos peleado con nuestra pareja. A veces no podemos hacer nada para evitarlo. Ok, lo admito, esto no es nada nuevo. Ya lo sabíamos desde 2009 (“El papel de las emociones en la toma de decisiones”: http://psicociencias.blogspot.com/2009/04/el-papel-de-las-emociones-en-la-toma-de.html), donde hablo sobre los marcadores somáticos y el aprendizaje emocional. Pero esto va más allá.

Después de mi phd empecé mi formación como psicoterapeuta, y aprendí la importancia de las experiencias emocionales y el rol que cumplen para nuestra adaptación al medio y la formación de nuestra conciencia. Leslie Greenberg (2004) define las emociones como fundamentales en la construcción del “Yo” y como determinantes clave de su organización. Aparte de formar nuestra identidad, son excelentes medios de información que nos permiten estar preparados para cualquier amenaza del medio o para simplemente orientarnos en dirección a nuestro bienestar. Inteligencia emocional, bajo esta perspectiva, significaría tener la capacidad de utilizar las emociones como guía, sin ser esclavos de ellas, muy lejano de “saber regularlas” o tenerlas “bajo control”.

No solamente tenemos una experiencia emocional, sino que también vivimos un proceso constante de darle un significado a esas experiencias. Es decir, siempre queremos tener una explicación o valoración, el por qué de sentirnos como nos sentimos. Esto precisamente es lo que va moldeando nuestra identidad: como nos sentimos y como vivimos experiencias emocionales forma parte importante de cómo nos vemos a nosotros mismos. De esta manera vamos integrando constantemente los procesos cognitivos y emocionales cada vez que queremos darle un sentido a nuestras emociones, creando nuevas experiencias emocionales. Esta integración de ambos procesos es lo que nos ayuda a adaptarnos a los cambios y reaccionar flexiblemente al medio ambiente.

Las emociones nos muestran la importancia de ciertas situaciones y nos informan sobre necesidades frustradas, o cumplidas. Es decir, las emociones en realidad, son adaptivas. En una situación donde no nos sentimos seguros, sentimos miedo o angustia, y esta emoción nos empuja a buscar algo que nos haga sentir seguros. Nuestro empuje a cambiar la situación lo sentimos incluso antes de poder analizar la situación cognitivamente. ¿Pero qué pasa cuando percibimos a nuestras emociones como muy exageradas, muy agobiantes, fuera de contexto o no últiles para algún fin?

Es importante recalcar que las experiencias emocionales no sólamente surgen a partir de procesos biológicos sino también biográficos y de socialización. Existen esquemas afectivos grabados en nuestra memoria, a partir de experiencias pasadas.

Estos esquemas afectivos es lo que muchas veces queremos cambiar en psicoterapia (Greenberg, 2010).

Qué son los esquemas afectivos y cómo se expresan?

Por ejemplo, un paciente que en su niñez fue constantemente criticado y humillado por su padre cuando quiso expresar independencia o autonomía, como niño sintió culpabilidad, vergüenza cada vez que quería sentirse seguro de sí mismo. El esquema afectivo de tal emoción (vergüenza, culpabilidad) se activará cada vez que en su vida adulta, haya situaciones parecidas. Cuando esta persona adulta quiera sentirse independiente, seguro de sí mismo, o haya situaciones en las que otros lo critiquen de alguna manera. A veces solamente bastará una mirada “rara” de un colega de trabajo, para que este esquema afectivo se active. El adulto sentirá muchísima vergüenza o culpabilidad. Esto influirá en su comportamiento. Por ejemplo, aunque tal vez el colega solo estuvo pensando en otra cosa mientras lo miraba, nuestro paciente interrumpirá contacto visual inmediatamente, abandonará la situación, tal vez se esconderá, sin que la otra persona sepa el por qué. O al contrario, depende de lo que haya aprendido, puede que reaccione agresivamente, y nadie entienda su reacción. A veces ni nuestro paciente sabe por qué. El paciente cuenta por ejemplo que cada vez que quiere hacer algo por sí mismo, abandona sus planes porque piensa que no lo va a lograr, y se siente triste y no sabe por qué. Como terapeutas es indispensable analizar el esquema afectivo y la relación con la baja autoestima del paciente.

Un esquema afectivo es inconsciente, es una representación interna, a veces algo compleja, de nuestra reacción emocional a un estímulo externo. Es como un circuito eléctrico, construído de elementos afectivos, motivacionales, cognitivos y de comportamiento.  Este circuito esta grabado en nuestra memoria y se activa cada vez que haya indicios de que la situación actual se parece a esa situación emocional que internalizamos. Los esquemas afectivos pueden ser maladaptivos, como en nuestro paciente que busco ayuda profesional, o adaptivos, cuando podemos entenderlos nosotros mismos y nos apoyan en el cumplimiento de nuestras necesidades.

Los esquemas afectivos maladaptivos son difíciles de cambiar porque estan super internalizados y es casi imposible tener acceso a ellos por la vía del razonamiento. Es por eso que se pretende activar la experiencia emocional en las sesiones de terapia, pues solo asi se puede tener acceso a ellos.

Muchos pacientes sienten miedo de activar sus emociones, por creencias que tal vez culturalmente nos marcan y que también se quedan grabadas en nuestro inconsciente. Por ejemplo, frases como “sentir emociones te hace vulnerable”, no te dejes controlar por tus emociones”, “no muestres tus emociones a otros”, “qué dirá la gente si te ve así”. Como decía al principio, existen valoraciones cognitivas sobre experiencias emocionales que a su vez, crean una nueva experiencia emocional. Entonces nacen dos tipos de emociones: las emociones primarias y secundarias.

Dos tipos de emociones

En el proceso terapéutico, es importante diferenciar entre emociones primarias y emociones secundarias. Las emociones primarias son las reacciones más fundamentales y directas a la situación, por ejemplo, sentirse triste por la pérdida de un familiar. Las emociones secundarias son las que responden a nuestros propios sentimientos o pensamientos, más que a la situación en sí. Por ejemplo, sentir ansiedad o culpabilidad cuando en realidad queremos expresar rabia, o sentir mucha rabia que esconde mucha vergüenza. Esto a su vez influye en nuestro comportamiento y nos da miedo enojarnos, o dejamos de tener acceso a nuestra vergüenza o no la expresamos pues es muy doloroso. Las emociones primarias quedan en el inconsciente y no son accesibles para la persona. 

Es ahí cuando empieza todo el embrollo. 

Dejamos de ser asertivos, por evitar la amenaza de sentir lo que realmente sentimos en ciertas situaciones. A largo plazo esto nos afecta pues no nos entendemos más, las otras personas tampoco nos entienden muy bien, y nos cuesta adaptarnos al medio a largo plazo. Y es ahí cuando algunos buscan ayuda profesional en psicoterapia.

 

         adaptivas

        maladaptivas

    Emociones primarias

Ponerse triste después de perder a un ser querido

(surgen por experiencias traumáticas)

Miedo paralizante, vergüenza generalizada

    Emociones secundarias

 

Enojo que esconde vergüenza

Ansiedad que esconde rabia

Tabla 1. Aquí vemos ejemplos de emociones primarias adaptivas y maladaptivas. Las emociones secundarias siempre son maladaptivas pues tienen como fin evitar la experiencia emocional primaria, al ser representada como muy amenazante, dolorosa para nosotros en nuestro esquema afectivo.

Es probable que exista una emoción secundaria "enmascarando" la emoción primaria cuando hay una mezcla de emociones en la expresión del paciente: por ejemplo habla en tono enojado pero también se lo escucha sollozar; al paciente por ejemplo se le hace difícil describir sus sentimientos y los percibe muy difusos, muy globales. Muchos pacientes tienen miedo a expresar sus emociones, pues sienten que podrían perder el control. Otros pacientes vienen con mucha culpa, y la culpa es un sentimiento secundario típico, pues te empuja a una acción para poder “arregarlo” y da una ilusión de control. A veces, hasta los pacientes mismo se dan cuenta de que su experiencia emocional no va acorde con la situación y describen su confusión. Por ejemplo, aquel paciente que siempre se sintió criticado, humillado en su niñez, no entendió por qué después de que esa otra persona lo miró raro y reaccionó como reaccionó, los colegas tal vez pensaron mal de él al no poder entenderlo, y con el tiempo el paciente se fue aislando y su profecía de ser criticado, humillado, tal vez hasta se cumplió. Su situación solo siguió empeorando, y sus experiencias sociales reforzaron aún más su esquema afectivo. Entonces todo termina siendo un círculo vicioso del cual no se encuentra salida.

Ver luz al final del túnel...


La esencia de la Terapia Focalizada en las Emociones (TFE), desarrollada en los años 80 por Leslie Greenberg, es trabajar con las emociones más profundas y también dolorosas, que los pacientes muchas veces buscan evitar sentir. Como terapeuta estamos ahi como acompañantes en este proceso vivencial de autoconocimiento. La misión del psicoterapeuta en este contexto es ver al paciente como experto de sus propias experiencias emocionales y esquemas cognitivos, aceptar y valorar estos procesos para darle al paciente seguridad. Con esta seguridad, el paciente podrá mejorar su procesamiento emocional y podrá tener acceso a los esquemas afectivos maladaptivos (Greenberg, 2004).

1.      Tener acceso a la emoción y mantenerla activada en la sesión terapéutica

Una vez que el paciente tiene acceso a su esquema afectivo, el terapeuta debe de fomentar al paciente a sentir y percibir conscientemente aquellas emociones que surgen en la sesión terapéutica. El terapeuta debe ser bien empático, y la relación con el paciente debe ser muy buena, para que el paciente se sienta en un ambiente seguro para expresar sus emociones. En el ejemplo anterior, el paciente debe describir su reacción y la emoción que la acarrea, en este caso, vergüenza/culpa. El terapeuta tiene que saber distinguir si se trata de una emoción secundaria o primaria y reflejarle esto al paciente muy cuidadosamente. La relación terapéutica es un factor clave para este tipo de procesos.

2.      Moldear la emoción maladaptiva y entenderla

En la medida en la que el paciente va reflexionando sobre su emoción que esta activada en la sesión de terapia, se integran nuevamente procesos cognitivos y emocionales, y el paciente se va comprendiendo mejor. Así se van creando nuevas experiencias emocionales, más adaptivas. Qué es lo que de verdad siente o quiere sentir el paciente? Qué es lo que está detrás de ese esquema maladaptivo? Que significado tiene la emoción? Qué necesidad fundamental humana no se cumplió? Y así, poco a poco, se va llegando el entendimiento de nuestros esquemas afectivos.

3.      Transformar la emoción

Las emociones son capaces de ser transformadas con otras emociones. Es importante poder sentirlas primero, no solo ser capaces de identificarlas, sino tambien sentirlas y en esa activación emocional, se puede fomentar la transformación de ellas. El simple hecho de haberse confrontado con la emocion primaria maladaptiva ya puede generar otras emociones más adaptivas, pues para esto se necesitó mucha valentía y esfuerzo. El paciente del caso anterior por ejemplo, atravesaría esa vergüenza y culpabilidad muy dolorosa que le transmitió su padre, cuando en verdad lo que necesitaba era sentirse autónomo. El reconocimiento de estas emociones primarias maladaptivas conlleva al reconocimiento de aquellas necesidades básicas reprimidas. Al tomar consciencia de estas necesidades, que aún necesitan ser cumplidas, surgen emociones más adaptivas.

Ejemplos de típicas emociones primarias maladaptivas

1. Vergüenza, culpabilidad, no sentirse lo suficientemente bueno o capaz: Esto se da cuando en la niñez hubo muy poca apreciación de parte de los padres, o en familias de padres invalidantes con los hijos. La necesidad de sentirse bien con uno mismo no fue cumplida lo suficiente. Es el caso de nuestro paciente ejemplo.

2. Miedo a sentirse débil: Este sentimiento constante de siempre depender de otros, y no atreverse a hacer las cosas solo, proviene de no haberse sentido lo suficientemente protegido de niño. Por ejemplo, cuando existieron personas muy inseguras o con problemas, alrededor. La necesidad fundamental de sentirnos seguros no fue cumplida.

3. Tristeza por sentirse solo o abandonado: Aquí existe la necesidad de pertenecer a algun grupo, la necesidad de ser amado, pues la necesidad de apego no se cumplió en la niñez.

El proceso básico de cambio

El resumen de este proceso terapéutico complicadísimo que acabo de describir está esquemado, muy sintetizadamente en el siguiente gráfico.


Figura 1. El proceso de cambio bajo el concepto de la TFE.

 

Qué técnicas concretas se pueden utilizar para fomentar este proceso?

Cabe recalcar que cada persona es un mundo con muchos temas, muchos paisajes y muchas “cuevas” que considerar. Este proceso de cambio no es lineal, sino que también puede tener altibajos.

Como terapeuta uno puede frustrarse rápido, sobretodo si los pacientes son muy tímidos, cuidadosos de mostrarse como son, o muy ansiosos. Es importantísimo construir una alianza terapéutica resistente y fuerte al principio, y demostrar mucha empatía frente al paciente en cualquier situación. Desde la perspectiva humanista de Carl Rogers, en la cual está basada está intervención, el paciente es el único experto de su mundo interior. La exploración empática del paciente puede usarse como técnica para darle seguridad de expresarse y darle espacio a la emoción.

Existen también técnicas concretas para reforzar la experiencia emocional como por ejemplo la técnica de la silla vacía, o la técnica de las sillas, provenientes de la Gestalt.

Pero mejor ya concluyo aquí, pues sino ya me voy de largo. Si les interesa este tema y necesitan un segundo artículo sobre técnicas concretas, háganmelo saber abajo en los comentarios.

Este artículo sobre la TFE esta buenísimo, pues también explica para qué problemas se puede aplicar --> https://psicologiaymente.com/clinica/terapia-centrada-en-emociones 

Si te identificaste con alguno de estos ejemplos y sientes que muchas veces hay situaciones en las que no te puedes explicar tu comportamiento o tu reacción emocional, no tengas miedo de descubrir más sobre tí con ayuda de un profesional.

Si eres profesional de la salud y tienes preguntas al respecto, no dudes en escribirme. Si ya tienes experiencia con éste método y tienes comentarios al respecto, cuéntanos tus vivencias!

Abajo les dejo una aclaración audiovisual de cómo funcionan los esquemas afectivos. También está enlistada literatura clave, por si les interesa seguir investigando.

Un saludo y feliz navidad!!

 

Bibliografía

Greenberg, L. S. (2004). Emotion–focused therapy. Clinical Psychology & Psychotherapy, 11(1), 3–16. https://doi.org/10.1002/cpp.388

Greenberg, Leslie S. (2010). Emotion-Focused Therapy: A Clinical Synthesis. FOCUS, 8(1), 32–42. https://doi.org/10.1176/foc.8.1.foc32

Ray, R. D., & Zald, D. H. (2012). Anatomical insights into the interaction of emotion and cognition in the prefrontal cortex. Neuroscience & Biobehavioral Reviews, 36(1), 479–501. https://doi.org/10.1016/j.neubiorev.2011.08.005

Video “Alfred & Shadow: A short story about emotions”: https://youtu.be/SJOjpprbfeE